martes, 27 de febrero de 2007

Tragedia telefónica

Saludos a todos los que estén escuchando esta narración grabada sobre mi vida con relación al bien material más preciado que tengo, mi teléfono celular, sin el cual mi existencia sería del todo aburrida, solitaria y sin gracia. Por cierto mi nombre es Alvaro Carrera y comenzaré la narración de la compra de este celular en uno de aquellos días de octubre de hace dos años, en ese entonces yo ya había cumplido los diecinueve y había ahorrado lo suficiente como para pagar la mitad del teléfono. La otra mitad la pagó mi padre, aunque con un remordimienro tal que me costó mucho convencerlo para que accediera.

El caso es que mi dependencia se acrecentaba cada día hasta tal punto que estar un momento sin el celular me era muy difícil y muy desesperante. Lo cargaba conmigo a todo lugar al que iba, podía olvidarme de cualquier otra cosa pero menos del celular, lo cual me hacía cada vez más un esclavo de la tecnología y de la telefonía móvil. Probablemente esta pasión desenfrenada hacia el teléfono móvil fue el único aspecto negativo desde que compré este aparato. A continuación contaré unas buenas e inolvidables experiencias que tuve y que fueron posibles gracias a la facilidad de la comunicación de los celulares.

Quizás lo más importante que le debo al celular es la activa vida social que tengo, ya que me facilita mucho comunicarme a distancias indeterminadas; por citar un ejemplo, cierto día estuve una media hora continua mensajeándome con una chica que me gustaba y agradaba mucho, nos contamos muchas cosas graciosas, hablamos de nuestros gustos, aflicciones y muchas otros temas. Al final contraímos un bello y especial noviazgo, tan solo por medio de todos los mensajes de aquel día. Desde ese momento nos comunicamos muy continuamente para vernos en algún sitio o tan solo para hablar y escuchar la apacible voz de mi querida Gabriela, vaya que sí la adoro. En fin, gracias a este aparatito me siento muy contento y satisfecho por aquellos instantes en los que con muchas agallas, le confesé mis sentimientos a ese ser tan especial para mí.

Con mis amigos también me mantengo comunicado por las llamadas y los mensajes que realizo desde este teléfono, gracias al mismo organizamos las salidas en las tardes. El equipo también me ha servido para hacer trampa y copiar las respuestas en uno u otro exámen, aunque admito que eso no está correcto ya que me hago cómplice de mi propia ociosidad porque si estudiara no tendría que recurrir a este método, pero así es la vida. Bueno precisamente hoy me voy a encontrar con mi novia Gabriela y mi mejor amigo Gabriel, vaya que coincidencia; nos vamos a una cafetería, exactamente en unos quince minutos, debo apurarme porque la lluvia es un poco torrencial y no quiero pescar un resfrío.

Todo lo enlistado y detallado anteriormente fue transcrito por un comisario y un forense, basándose fielmente en las grabaciones de audio halladas en el teléfono celular del Sr. Alvaro Carrera, quién tras haber acordado con su novia y amigo encontrarse en una cafetería, trato de escampar en el pie de un edificio de departamentos por la tremenda lluvia. Estuvo alrededor de diez minutos esperando a que escampara, cuando un tremendo rayo cayó en el pararrayos del edificio, en el preciso instante en el que Alvaro contestaba una llamada proveniente de la casa de sus padres y por la radiación y el electromagnetismo de los circuitos electrónicos, sufrió de una tremenda descarga eléctrica directamente en la cabeza, lo cual le quitó la vida en cuestión de segundos. Su amigo y su novia observaron como se electrocutaba su cráneo desde el otro lado de la avenida, ya que justo se habían cruzado en el camino con Alvaro.

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